Clear Creek: un espejo donde mirarse
Publicado el 8 de noviembre de 2019
Son varias las personas que nos han propuesto escribir sobre otras iniciativas similares a La Semilla de Mostaza: ¿hay alguien que lo haya conseguido? ¿Ha funcionado antes? La respuesta es sí, aunque no en todos los sitios de la misma manera. Veamos un primer ejemplo.
Clear Creek
En primer lugar, quiero presentar el caso de la comunidad de laicos que se han reunido en torno a la abadía benedictina de Clear Creek, en Oklahoma. Este monasterio fue oficialmente fundado el 11 de febrero del año 2000. En los alrededores se han ido agrupando varias familias que han formado una comunidad agraria. No se han constituido como una comunidad política, legalmente hablando, pues carecen de una forma organizada de gobierno. Son entre 40 y 50 familias que se han ido reuniendo de forma espontánea y natural, no con la idea de formar una agrupación de familias católicas, sino con la intención de estar cerca de los monjes, atraídas en gran parte por su liturgia tradicional.
Es decir, el proceso no es el mismo que el que se llevaría a cabo mediante esta web. Nosotros somos un grupo de cristianos que queremos agruparnos para vivir la fe de una manera más profunda y procurar una mejor educación a nuestros hijos. Ellos, sin embargo, no son familias que intencionadamente viven en común, sino que han ido a parar allí con un objetivo diferente: el estar cerca de una comunidad monástica con liturgia tradicional. Digamos que la presencia del monasterio les confiere estabilidad.
No hay puestos de trabajo cercanos. El banco, la tienda, o la cafetería más próxima están a casi una hora en coche. Muchas de las personas que viven allí, comenta el padre abad Philip Anderson, viven en pobreza material, pero en gozo espiritual. Mike Lawless, uno de los lugareños, afirma: “Agrarismo significa que trabajas el doble para ganar la mitad”. Es importante no ser un romántico sobre esto. Es complicado, hay que doblar el lomo.
Mark Wheeler, uno de los primeros en asentarse en la zona del monasterio, dice: “Nuestro objetivo al mudarnos aquí era educar la conciencia y el intelecto de nuestros niños de una manera particular, sin que la sociedad nos quitara esa autoridad”. Igualmente, Josh y Laura Martin se trasladaron a Clear Creek cuando estaban esperando su quinto hijo. También andaban en busca de un lugar mejor para educar a sus vástagos. Fue duro al principio. Josh intentó dar el salto de un puesto de gerencia al trabajo manual, algo que finalmente no funcionó. “Después de 4-5 años me di cuenta de que tenía que trabajar en algo que supiera hacer”. Ahora ocupa un puesto de gerencia en una clínica médica de la zona y las cosas le van mucho mejor.
Andrew Pudewa, fundador del Institute for Excelence in Writing que, entre otras cosas, presta servicios que son una ayuda para los padres que hacen homeschooling, se trasladó con su familia a Clear Creek desde California con el sueño de poder vivir del campo, pero se topó de bruces con la realidad: “Es difícil cultivar la comida; es el sueño de todos, pero nadie está teniendo demasiado éxito”. La tierra que rodea la abadía no es la mejor para la labranza. Sin embargo, Pudewa logró crear un centro comunitario de su compañía editorial que da empleo a más de una docena de habitantes locales. Varios niños que reciben educación en casa asisten allí a clases grupales.
En el pueblo hay algunas opciones de trabajo, y la mayoría de las familias no viven únicamente de la agricultura. Algunos pueden permitirse el teletrabajo, y otros han optado por conseguir empleo en Tulsa, a una hora de camino.
No es una comunidad aislada. Algunas familias, como los Martin, dejan que sus hijos jueguen en un equipo de fútbol local y han hecho muchos amigos no católicos de la zona. Pero no todos en el pueblo son de la misma opinión. El uso de la televisión o de internet varía según la familia y no todos están de acuerdo en el grado de contacto que hay que tener con el mundo exterior. Pero en lo que sí coinciden, es en un fuerte sentido de comunidad y en el deseo de vivir la fe católica. En los eventos más importantes, como bodas, funerales, bailes o fiestas, se reúnen casi todas las familias y, cuando llegan nuevos miembros a la comunidad, todos se prestan a ayudarles a trasladar sus bártulos y a asentarse.
El ejemplo de esta comunidad estadounidense, salvando las diferencias, nos sirve para darnos cuenta de que estas iniciativas no siempre fracasan o derivan en una secta, como algunos se atreven a aventurar. Irse a vivir al campo no significa dejar de tener contacto con el mundo exterior. No se trata de ser Amish católicos. Se trata de apoyarnos los unos a los otros de una manera más cercana, más práctica, en este mundo cada vez más hostil. Tampoco se trata de idealizar la vida rural. Es complicado, no todos tienen por qué trabajar el campo y vivir de la agricultura. Entre nosotros, además de agricultores, hay varios informáticos, administrativos, abogados, gerentes, profesores, y muchos otros perfiles como farmacéutico, antropólogo, economista, cazador, restaurador, enfermera, publicista… y no todos tienen por qué abandonar su profesión.
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